O eso al menos piensa Fátima Báñez de mí. Gracias, ministra, por el eufemismo que me pone en valor, como la marca España y esas tildes estúpidas que manejan ustedes mientras con las manos hacen juegos malabares y roban a manos llenas. Llaman crisis a su expolio particular. Nazismo a los escraches y movilidad exterior al exilio… por lo tanto, supongo que cuando hablan de movilidad interior se están refiriendo a esos que atraviesan ventanas por no poder atravesar fronteras y se lanzan al vacío en busca de la aventura, claro.
Noten, asquerosos prohombres, que hablo de exilio, pues esto
no es aventura, ni emigración, esto es un exilio político (y de los políticos)
en toda regla (no los políticos, el exilio), mientras ustedes se esfuerzan de
forma orwelliana en buscar enemigos
para que nos olvidemos de que el enemigo son ustedes. Y prefieren rescatar a
los bancos que a las personas, y esa frase que lo resume con el descaro
habitual de esa cortesana andrógina y paleta con nombre doliente: “Nuestros
votantes prefieren no comer que no pagar la hipoteca”, que viene a ser lo mismo
que decir que es mejor que la gente se muera de hambre a que los poderosos
pierdan parte de sus ahorros. Que esta gente no esté en la cárcel me enfrenta
con mí país.
Y es que lo peor de todo no es que sean unos golfos, que lo
son. Es que son los más tontos de la clase. Nos gobiernan los palurdos, los
pijos de cortijo sin cultura, los idiotas a los que les falta un hervor. ¿Y por
qué? Porque el sistema se ha hecho tan fuerte que basta la idiotez y la falta
de principios para triunfar en la clase política. Si eres listo despertarás
envidia. Si eres idiota, no. Sólo así se explica la abrumadora lista de
próceres neoliberales seguidores de Bush: desde Hernández Mancha, Aznar como
sanctasantórum chapliniano, Acebes,
Trillo, Mato, Cospedal y tantos otros…
No puedo ver mal, ante tal compendio de tropelías, los
famosos escraches. No me parece ideal, pero me parece la salida más lógica ante
el drama de un país que se desangra. Y que lloren, que lloren los niños de
González Pons. Que lo hagan como niños hasta que puedan llorar como hombres por
la vergüenza de tener ese padre. Váyanse a la mierda, señorías y, parafraseándoles a
ustedesen en su infinita elegancia... “que se jodan”.
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